Cuando se trata de controlar la obesidad, reducir el tamaño de las porciones y los carbohidratos pueden dar los mismos resultados, aunque a muchos niños les cuesta más controlar los carbohidratos, señala un nuevo estudio.
Los autores de la investigación le asignaron al azar tres planes alimentarios distintos a 100 niños obesos de entre 7 y 12 años: con control de las porciones, reducido en carbohidratos y con «carga glucémica reducida».
Durante un año, los tres planes ayudaron por igual a controlar el aumento de peso de los niños. Pero el plan reducido en carbohidratos resultó más difícil para ellos.
«Todos estos planes dan resultado», dijo la autora principal, Shelley Kirk, del Instituto del Corazón del Centro Médico del Hospital de Niños de Cincinnati. «Pero el plan reducido en carbohidratos fue realmente un desafío para los niños», aseguró.
Aun así, esos niños pudieron controlar el peso porque disminuyeron el consumo de carbohidratos y calorías.
Todo esto sugiere que una versión modificada del plan daría resultado por lo menos en algunos niños, señaló Kirk.
En un año, los niños de los tres grupos disminuyeron de manera similar el IMC, aun tras considerar el hecho de que seguían creciendo. Un niño crece 5 centímetros por año antes de la pubertad. De modo que para un niño obeso es un «éxito» mantener el mismo peso durante un año, según opinó Kirk.
En el estudio publicado en Journal of Pediatrics, los tres grupos lograron niveles más saludables de colesterol.
El plan reducido en carbohidratos también mejoró el perfil de los triglicéridos, otro tipo de grasa sanguínea. Los grupos que controlaron el tamaño de las porciones o adhirieron a una dieta con baja carga glucémica también lograron un mejor control del azúcar en sangre.
Lo importante es que existen opciones para los niños, dijo Kirk, quien destacó que además de un plan alimentario saludable se necesita actividad física diaria.
Los niños participantes eran pacientes de un programa hospitalario para adelgazar. Se desconoce si los resultados serían aplicables «al mundo real».
La autora recordó que existen otros hospitales de Estados Unidos que cuentan con programas alimentarios pediátricos. En otros casos, el médico de familia también podría colaborar.
Kirk consideró que los padres deberían recibir orientación profesional para controlar el peso de sus hijos, en lugar de hacerlo por cuenta propia, y también estar preparados para modificar su propia alimentación y estilo de vida.
«Lo más difícil es que las familias tienen que cambiar», sostuvo Kirk. «Lo mejor es considerar qué plan alimentario sería más sencillo para realizar en familia».
FUENTE: Journal of Pediatrics.

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